Hay prácticas en bdsm cuyo nivel de entrega es tal, tanto por la parte que está debajo/recibe como por la que está arriba/da (subrayar lo segundo me parece importante), que inmediatamente crean un nivel de intimidad muy alto. O, mejor dicho, nunca podrían darse de manera satisfactoria si ese nivel de intimidad y confianza no se ha alcanzado; no es lo mismo que te azoten en una fiesta a que lo hagan en privado y/o si esto supone un límite personal, por ejemplo (vamos, esto siempre mi percepción).
La humillación me
parece de esas cosas que no soportan demasiado bien el “formato fiesta”.
También creo que es una de las prácticas
más íntimas que se pueden realizar en pareja, puesto que implica conocer
profundamente a la otra persona, que deje que lx hagas daño, que tú descubras
la parte negra y fea que tienes para hacerlx daño. Porque no hablo de las
humillaciones “catalogadas” (las clásicas que se ven en todos los vídeos bdsm…
y no van a la historia personal), sino humillación
“a medida”, de la que realmente jode. Para lo cual hay que indagar mucho,
dejarse indagar mucho, y tener ganas de meterse en esos pantanos de lo
psicológico.
Es terreno peligroso porque: y si presionas o te presionan
una tecla que es demasiado difícil levantar después? Y si haciendo daño descubres partes de ti que no querías ver?
Y si quien no quería ver esa parte, en definitiva, era la otra persona (a pesar
de haber estado de acuerdo con la humillación)? Es complejo.
Creo que el fix de intimidad se consigue precisamente por el
estado de fragilidad en que deja tanto a top como a bottom al exponerse tanto.
Y ahí sí digo: hagamos lo que hagamos, la fragilidad es estupenda. No nos
acoracemos. Viva la fragilidad.
2 comentarios:
Viva la fragilidad :-)
Qué viva!! Aunque hay que ser muy fuerte para permitirse ser frágil...
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